Impacto del estrés oxidativo

La producción animal intensiva expone a los animales a diversos factores de estrés a lo largo de su ciclo de vida, como el estrés por calor, el estrés por destete, las toxinas, los patógenos y una dieta desbalanceada. El proceso que juega un papel central en todas estas situaciones es el estrés oxidativo. El estrés oxidativo es causado por las especies reactivas de oxígeno (ROS), que tienen su origen en fuentes exógenas y endógenas. Las ROS son moléculas altamente reactivas capaces de dañar macromoléculas como los lípidos, las proteínas y el ADN. La oxidación de estos componentes daña las células hasta el punto de provocar la muerte celular y, en última instancia, el daño de los tejidos.

Inflamación

ROS daño celular y tisular

Las especies reactivas de oxígeno inician una vía de señalización intracelular que induce la inflamación y la producción de citoquinas proinflamatorias. Dependiendo de la concentración de ROS, la inflamación puede ser controlada o exagerada. Por otra parte, las ROS forman parte del proceso de inflamación para combatir los patógenos infecciosos y contribuyen a la defensa inmunológica normal del animal.  De hecho, en el sitio de la lesión e inflamación, las células inmunitarias producen y liberan una gran cantidad de ROS para destruir el patógeno, lo que en última instancia conlleva al estrés oxidativo. Así pues, la inflamación y el estrés oxidativo son acontecimientos patofisiológicos estrechamente vinculados entre sí. Uno de ellos puede aparecer antes o después del otro, pero cuando uno de ellos aparece, el otro tiene más probabilidades de seguirlo y agrava aún más el primero. Ambos procesos inducen daños celulares y tisulares y participan en la patogénesis de muchas enfermedades crónicas.

Reducción de la salud intestinal

A pesar de la barrera protectora que proporciona la mucosa, el tracto gastrointestinal sigue siendo propenso al ataque de ROS, ya que alberga muchas fuentes potenciales de ROS. Las especies reactivas de oxígeno pueden comprometer la barrera intestinal al afectar las proteínas de unión estrecha, lo que da lugar a una mayor permeabilidad intestinal y facilita el paso de toxinas (endotoxinas, micotoxinas, …)  y patógenos. Además, los animales que experimentan estrés oxidativo presentan una reducción de la altura de las vellosidades y de la profundidad de la cripta, lo que disminuye la superficie de absorción de nutrientes.

Lesión en el hígado y el riñón

El hígado y el riñón son órganos muy vulnerables a los daños causados por las ROS. Como en el intestino, el hígado y los riñones tienen barreras formadas por uniones estrechas que se afectan durante el estrés oxidativo. Una variedad de células hepáticas son altamente susceptibles al estrés oxidativo, desencadenando alteración de la función celular hepática, inflamación y fibrosis. El estrés oxidativo no sólo desencadena el daño celular hepático mediante la alteración irremediable de los lípidos, las proteínas y el ADN, sino que, lo que es más importante, modula vías como la transcripción de genes, la expresión de proteínas, la apoptosis celular y la recuperación de las células hepáticas. Estas vías regulan importantes procesos en el hígado y controlan las funciones biológicas normales. En lo que respecta a los riñones, las ROS invaden el tejido renal y degradan estructuras claves en el riñón que participan en la excreción en la orina de una variedad de productos de desecho producidos por el metabolismo celular.

Disminución del desempeño

El estrés oxidativo influye considerablemente en el desempeño de los animales. La inflamación inducida, junto con la reparación de los tejidos dañados, requiere energía y redirige los nutrientes lejos de los procesos de producción, lo que provoca pérdidas económicas para los productores. Además, las citoquinas proinflamatorias suprimen el apetito, lo que da lugar a una reducción de la absorción de nutrientes esenciales para la producción.

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